Comencemos por la tercera pregunta, que anteriormente habíamos sobrevolado. La ONU encarna, en gran parte, el cumplimiento de un viejo sueño: el de reemplazar un sistema de equilibrio dudoso por un régimen sustentable de “seguridad colectiva” susceptible de traer la paz. Ese sueño fue acariciado por los filósofos del Siglo de las Luces, que deseaban terminar de una vez por todas con los conflictos y los manejos de dirigentes poco escrupulosos, cuyas ambiciones no se correspondían en nada con el bienestar de sus sujetos. [1] La idea de progreso, de libertad y de felicidad también tiene raíces en la concepción teórica de la seguridad colectiva. Y fue justamente con el impulso de un Jefe de Estado-filósofo, Woodrow Wilson (que fue profesor de filosofía política en Princeton), que el concepto se convirtió en realidad, con la SDN y más tarde la ONU, con el impulso de otro norteamericano, Franklin Roosevelt.
¿Qué es la seguridad colectiva? Es simplemente la idea según la cual la agresión de un país contra otro equivale a una agresión contra todos los países, y estos últimos tienen el deber de oponerse a la agresión. El concepto de seguridad colectiva es, de alguna manera, un contrato social entre Estados, mientras que el sistema de equilibrio es un mecanismo que, por sí mismo y con cierto laisser-faire, se supone que previene el ascenso de la potencia de un Estado capaz de derribar el statu quo. El objetivo de la seguridad colectiva es la estabilidad y la paz, el del equilibrio es el mantenimiento del statu quo (sobre todo de las grandes potencias), si es necesario recurriendo a la guerra – limitada en sus objetivos- para mantener el equilibrio geopolítico.
Lógicamente, el concepto de seguridad colectiva traduce el sentimiento europeo del siglo XVIII, cuando reinaba la idea del progreso y el concepto de equilibrio de las potencias –que traducía la concepción del mundo del siglo XVII- parecía insatisfactorio para los observadores más perspicaces. Pero la encarnación temporal de la seguridad colectiva, la ONU, nació en el momento mismo en que la fe en el progreso se desvanecía frente a los horrores sin precedentes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, se creaba en 1945 un sistema en el cual el mundo, en definitiva, ya no creía, un poco como si se buscara lavar la conciencia sin creer demasiado en ello. La configuración estructural de la ONU, y en particular su Consejo de Seguridad, tienden a probarlo.
Señalemos que la creación de la ONU coincidió históricamente con la pérdida de confianza en los sistemas “racionalistas” – el término usado entre los politólogos – encarnados por la SDN y el renacimiento de los principios de la realpolitik tradicional, que fueron puestos en práctica por los dirigentes de las grandes potencias salientes de la Segunda Guerra Mundial y que prevalecieron en las facultades de ciencias políticas de la posguerra. A modo de ejemplo, la estrategia de contención, que fue el hilo conductor de la política norteamericana hasta 1991, se basaba en una visión tradicional de las relaciones de fuerza. Ello implica que los Estados Unidos, la URSS y los demás miembros del Consejo Permanente practicaban una política realista y, al mismo tiempo, actuaban dentro de la ONU(¡cuya razón de ser era, precisamente, terminar con esa práctica!).
Sin equivocarnos demasiado, podemos decir entonces que las deficiencias de la ONU no se deben entonces (como se suele decir generalmente) al hecho de que el mundo actual ya no sea el de 1945 y la ONU no haya sabido adaptarse a sus cambios, sino que más bien, desde 1945, los dados ya estaban trucados y la suerte de las Naciones Unidas ya estaba prácticamente definida. Hasta podríamos agregar que la ONU tal vez sea más adecuada en 2008 al contexto actual de lo que lo era en el momento de su creación para el contexto de la época. Fagocitada como estaba por las grandes potencias, la ONU logró, a pesar de todo, crearse un espacio propio y a veces hasta superar las limitaciones que le fueron impuestas desde su nacimiento. Sin embargo, aunque se haya adaptado, por momentos parece completamente superada por los acontecimientos, como por ejemplo la crisis financiera de 2008, frente a la cual mantuvo un silencio de mármol. Por otra parte, es ignorada por los europeos, y ni hablar de los norteamericanos…
Volvamos por un instante a la seguridad colectiva. La seguridad colectiva tal como se la percibía teóricamente en el siglo XVIII y se la aplicaba en el siglo XX estaba basada en cuatro principios que, hoy en día, parecen anacrónicos, e inclusive caducos:
I. La primacía del Estado, actor legítimo y racional
II. La inviolabilidad de la soberanía de los Estados
III. Una visión estrecha de la noción de seguridad
IV. Una percepción de las relaciones internacionales que privilegiaba la dimensión (geo)política
Sin embargo, la ONU se creó a través de esos principios y ellos constituyen todavía hoy su razón de ser.
Examinemos brevemente cada una de estas propuestas en relación con el entorno actual.
[1] Encontramos esta idea en muchos filósofos de las Luces como Castel de Saint-Pierre, Rousseau, d’Holbach o Kant, entre muchos otros. El debate sobre la « paz perpetua » conoce su máximo apogeo a lo largo de todo el siglo XVIII, como los debates en torno a diversos « planes de paz », por ejemplo el de Jeremy Bentham.