El documento en debate sobre “la ONU y la gobernanza mundial” generó alrededor de quince comentarios que se refieren tanto al texto como a los temas que éste planteaba. En lo que respecta al texto en sí, hubo finalmente pocas reacciones violentas, contrariamente a lo que podía esperarse en virtud de la naturaleza del tema tratado que, a menudo, genera debates virulentos. No obstante, el objetivo del documento era provocar reacciones de algún tipo, y ese objetivo fue ampliamente alcanzado. Los comentarios se articulan en su mayoría en torno a las posibles pistas para una futura gobernanza mundial.
La crítica es fácil pero el arte es difícil: este famoso refrán resume de alguna manera la crítica principal de nuestro análisis. De un modo general, la mayoría de los comentadores no fue insensible a nuestro análisis crítico de la ONU, especialmente en lo que respecta al hecho de haber sabido ir más allá del debate habitual sobre la ampliación del Consejo de Seguridad. Sin embargo, se nos reprochó en varias oportunidades habernos focalizado más sobre el diagnóstico que sobre propuestas concretas que puedan remediar los problemas identificados: “En conclusión, podemos leer en uno de los comentarios, el diagnóstico me parece bueno (…), pero me parece que faltan en este documento varias opciones posibles para el futuro que servirían de base para la discusión. En particular, el texto tendría que ser más claro en la última parte, sobre la suerte que se le reservaría a la ONU”.
Una segunda serie de críticas apuntó a nuestro pesimismo en cuanto a la capacidad de los Estados para trascender su egoísmo natural y defender intereses “comunes”, a veces en contradicción con sus intereses nacionales. El siguiente comentario resume ese sentimiento: “Cierto es que muchos Estados miembros todavía no tienen la madurez necesaria como para ubicar el interés común por encima de las querellas de pueblo. Pero los desafíos de la mundialización y el alcance de los cambios que ésta genera, así como los retos fundamentales que plantean los fenómenos como el aumento de la población, el cambio climático, etc., dejan entrever, a mi juicio, una toma de “conciencia común”, al menos en la comunidad científica, que va ganando influencia sobre los políticos”.
A partir de estas críticas, tres grandes temas surgen de los comentarios. El primero se relaciona con la capacidad de la ONU para tratar problemas de la “gobernanza mundial”. En segundo lugar el nombre mismo de la organización plantea cierta dificultad, ya que se habla de “naciones” más que de Estados. Esta observación no es solamente semántica: muchos de los conflictos actuales son causados por esa dicotomía nación/Estado. En cuanto a las capacidades de reforma de la ONU, la mayoría de los comentarios se muestran escépticos, sobre todo cuando se evoca el Consejo de Seguridad. Por el contrario, muchos concuerdan en elogiar el excelente trabajo realizado por las múltiples agencias especializadas.