La crisis de los precios de los alimentos que produjo un alarmante
incremento de personas hambrientas al final de la década pasada se
puede considerar un primer aviso de las implicaciones que puede tener
a largo plazo el mantenimiento de un sistema agroalimentario injusto,
construido para el beneficio de unos pocos y el perjuicio de muchos,
no solamente de los más pobres y vulnerables, sino también de las
clases medias en los países que se mantienen en situaciones de pobreza
y que son muchos. La solución para erradicar el hambre y lograr el
acceso de todos y todas a los alimentos en 2025 pasa forzosamente por
lograr respuestas coordinadas y efectivas, para lo que es necesario
contar con un sistema equitativo de gobernanza de la seguridad
alimentaria. Es clave para los autores lograr que el incremento de la
productividad y de las rentas vaya de par con el mejoramiento de los
sistemas de protección social y que se haga efectivo con equidad y
para el beneficio de todos, y no sólo de unos pocos.