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¿Nuevas reglas para nuevos radicales? *

Fecha de creación

Viernes, Marzo 27, 2015 - 17:19


Traductciones: English, Français

“Somos un movimiento de liberación
Estamos en movimiento, en marcha, hacia la libertad. La de cada una y cada uno de nosotros, y la de la humanidad entera.
¡Queremos liberarnos de la locura de los poderosos que nos vuelven locos! Locos por causa de la miseria y de las desigualdades, locos por agotamiento y por enfermedades, locos por nuestras tierras y por el planeta, confiscados y de aquí a poco inhabitables, locos por la competitividad, por el resentimiento, por el odio y por la desesperanza.
Queremos liberarnos y partir hacia el descubrimiento de la humanidad y de la serenidad, para inventar juntos el buen vivir y el buen gobierno, en un mundo decente, a nuestra medida, en el que cada cual pueda asumir sus responsabilidades con empatía y tolerancia.” (Extracto del Comunicado Nº 1 Mandela Frente de Liberación Mundial - FMLM).
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1. La potencia no se comparte. ¡El poder sí!
Queremos que nuestro potencial eclosione. No queremos el poder. Queremos poder.
El poder es la fuerza. No es sólo lo que tenemos en nuestras manos. Nosotros mismos somos potencia. Nuestra potencia se supera continuamente por nuestro potencial! Pero cuidado, no hemos de creernos dioses, y jugar con el fuego de un poder todopoderoso.

El poder humano sólo se despliega dentro de los límites del mundo cósmico físico-químico, del mundo vivo de la pachamama, del mundo antroposicial de ubuntu y del buen vivir, que construimos todos juntos, en cada momento! Nosotros, los seres humanos, somos partículas, somos animales, somos faber y sapiens / demens.
Nuestra potencia combina la fuerza de nuestro cuerpo, la fuerza de nuestro espíritu y la fuerza de nuestra alma. El poder de los "sin nada" no tiene límites: carne, sangre y corazón al servicio del movimiento de la vida; inteligencia de la comprensión del mundo y de la explicación de las cosas; canto intuitivo del mundo interior de cada uno y del universo compartido de tod@s.

El poder son las relaciones de poder: es por eso que el poder no es sólo lo que tenemos, sino también lo que nuestros adversarios piensan que tenemos. Hemos de ser nosotros quien demostremos que tenemos más que él; más cuerpo, mente y alma. Hemos de mostrar que el poder puede ser algo más que un "juego de suma cero" y que compartiéndolo se multiplica. No queremos el poder. Queremos poder. El poder de ser y hacer juntos. ¡Ya somos constructores sociales, y queremos serlo aún más. Nuestro adversario nos designa como su enemigo. Pero sigue siendo nuestro adversario. No tenemos enemigos. Él es nuestro adversario cada vez que se resiste a compartir con nosotros el poder de multiplicar.

2. No nos alejemos nunca de nosotros mismos
No nos alejemos nunca del bagaje personal de nuestra propia experiencia común.
Pues corremos el riesgo de paralizarnos por la confusión en la que nos encontramos, de petrificarnos por la ansiedad de avanzar y de cegarnos por el deseo de escapar. Nuestro sentimiento común de seguridad constituye a la vez la columna vertebral y la médula espinal de todos y cada uno de nosotros. Nos mantiene en pie y nos lleva juntos hacia nuestros derechos y nuestra emancipación.

3. Escapar de la lógica de lo que existe.
Siempre que sea posible, escapemos de la experiencia razonable y de la lógica diseñada espontáneamente por el sistema que coproducimos con nuestro adversario. Nuestro adversario quiere para él todo el poder que ejerce a través de la dominación, la explotación y un pensamiento único, hegemónico. Tratemos de fortalecer las vulnerabilidades de nuestro adversario y nuestra resiliencia, su ansiedad y nuestra serenidad, sus incertidumbres y nuestra armonía. "No en mi nombre" es uno de nuestros lemas favoritos.

4. ¡Midamos al adversario con sus propias palabras!
Midamos al adversario con sus propios principios, con sus propias leyes y normas, por el propio sistema que cree crear en su propio beneficio. Nuestro adversario no sobrevivirá: nadie puede sobrevivir tantas regulaciones meticulosas, tanta estupidez.
Se volverá loco: sus propios actos no pueden corresponder a los principios por los cuales pretende actuar. Él no puede cumplir su palabra sin cesar ipso facto de ser nuestro adversario y fraternizar con nosotros. O sino, se mostrará como la bestia que todavía es; y las cosas van a estar claras de una vez por todas.

5. Nuestra arma es el escarnio.
El escarnio es el arma más poderosa que tenemos. El escarnio más poderoso de todas las armas. El ridículo mata a nuestro enemigo. Lo vuelve ridículo, le hace perder el sentido de lo razonable, de lo racional; lo vuelve loco y furioso contra nosotros, porque está loco y furioso contra sí mismo. Este es nuestro punto de apoyo para forzar la negociación, y obligarlo a hacer concesiones.
Pero además, la autoburla es la única arma que tenemos para defendernos de nosotros mismos, de nuestros deseos de ser dioses, fantasmas de nuestros egos desmesurados.

6. Nuestra estrategia es la alegría.
Una buena táctica se compone de acciones que nos diviertan y nos proporcionen alegría; no vamos a hacernos rogar para seguirlas y profundizarlas; nos aportarán novedades que nos divertirán y nos alegrarán todavía más. Seremos contagiosos; una verdadera epidemia de tácticas convergentes, riendo locamente en un trance emocional: el de la libertad.

7. Nuestras acciones son puntuales y mueren para nacer de nuevo.
Una táctica que se eterniza se hunde. ¡Hagámoslo mejor! No dejemos que nuestros enemigos se burlen diciendo: "¿Hasta dónde van a llegar? ". Dejemos morir lo que se agota. Y confiemos en la fertilidad de nuestra imaginación táctica para que la práctica renazca de la práctica que engendró.

8. Mantener la presión implacable sobre el adversario.
No hemos de pensar en abandonar. Sigamos imaginando nuevas acciones para invertir el equilibrio de poder. El adversario confiado despliega su fuerza frontalmente; ataquémoslo por los flancos y por atajos secundarios, a través de nuevas acciones, poéticas, románticas, que no haya sido capaz de imaginar.

9. Tenemos poco que perder.
La amenaza es usualmente más aterradora que la acción en sí. Y el adversario tiene más que perder que nosotros. Nuestros sueños y nuestra utopía desencadenan en nuestro adversario un sentimiento de verse amenazado. No es poco. Pero no soñemos con sangre, sino con dulzura; sin venganza, con armonía.
En cuanto a nosotros, la brutal realidad de lo que estamos viviendo ya no es una amenaza.

10. Nuestra energía es renovable.
¡Nuestra positividad es nuestra fuerza; su negatividad es nuestra fuerza!
Somos transformadores positivos de energía negativa no renovable. Somos el signo positivo, el operador '+'): más cuerpo y corazón avanzando en masa positiva, más espíritu táctico y estratégico que nos impulsa hacia adelante, más alma sensible para desviar el sentido mismo de la negatividad.
¡Transformemos la negatividad del enemigo en positividad para nosotros.
Transformemos nuestra propia negatividad en positividad para nosotros.
Transformemos la positividad del enemigo en nuestra propia positividad.
Transformemos nuestra propia positividad lineal en positividad exponencial!
No somos crecientes, ni decrecientes: somos la luna llena que va a citarse con el sol.

11. Haber construido una alternativa duradera y sustentable es la medida de nuestras victorias tácticas.
Una alternativa concreta, sostenible y duradera, es un territorio libre de las garras del adversario. Mientras no tengamos soluciones alternativas concretas, construiremos trincheras para evitar que el oponente no avance más sobre nosotros.

12. El adversario no es legítimo; ¡mostrémoslo!
Seleccionemos cuidadosamente nuestros objetivos tácticos, para que nuestra estrategia se desarrolle con éxito. El objetivo es ridículo. No es legítimo; es por eso que lo ridiculizamos. Mientras más se defienda de nuestros ataques, más antipático será y menos apoyo recibirá. Aislemos el objetivo y hagamos que se pudra de aislamiento y soledad. Caerá por sí mismo; y quién sabe lo que arrastrará en su caída. Nosotros, estaremos allí para sembrar de nuevo tras ella.