La diferencia entre las percepciones de los niveles de corrupción en los países ricos y en los países pobres es todavía muy clara: es lo que resulta del Índice de percepciones de la corrupción (IPC) 2007 publicado por Transparency International. Los países desarrollados y los países en vías de desarrollo deben compartir las responsabilidades para reducir la corrupción mediante un control simultáneo de la oferta y la demanda de corrupción.
El Índice de percepciones de la corrupción 2007 analiza las percepciones del nivel de la corrupción en el sector público de 180 países y territorios. Es el mayor número de países inscritos a día de hoy en el IPC. Éste último es un índice compuesto basado en 14 encuestas y sondeos diferentes realizados por organismos independientes.
Los países más pobres son los que sufren más el yugo de la corrupción. A pesar de que ha habido algunos avances, la corrupción continúa engullendo dramáticamente los recursos atribuidos a la educación, la salud y las infraestructuras. La prioridad es mejorar la transparencia en la gestión financiera y en la recaudación de impuestos para los gastos públicos, reforzar los procedimientos de control y acabar con la impunidad de la cual se benefician los responsables corruptos. Un sistema judicial profesional e independiente es, asimismo, un elemento clave para acabar con la impunidad, reforzar el estado de derecho y promover la confianza del público, de los socios capitalistas y de los inversores.
Por otro lado, la corrupción de los responsables públicos de alto rango en los países pobres supone una dimensión internacional que implica a los países más destacados en el IPC. Los sobornos los pagan especialmente las multinacionales, cuyo domicilio social se encuentra en los países más ricos. Es inaceptable que estas compañías continúen considerando la corrupción en los mercados exportadores como una estrategia de asuntos legítimos. Además, los centros financieros internacionales desempeñan un papel clave al autorizar a los responsables corruptos a desplazarse, refugiarse e invertir sus fondos acumulados de manera ilícita. De este modo, las financiaciones offshore fueron determinantes en el saqueo de millones de dólares en los casos de países en vías de desarrollo, lo que facilitó así los comportamientos corruptos de los dirigentes y el empobrecimiento de los que supuestamente gobernaban.
Como problema mundial, cuyas raíces son internacionales, la lucha contra la corrupción exige tomar medidas en un frente mundial. El artículo cita una lista de medidas que conciernen, entre otras, a las acciones que tienen que emprender los países en vías de desarrollo, el sector judicial, la erradicación de los paraísos fiscales, la regulación de los centros financieros en los países ricos, la estricta puesta en marcha por los gobiernos de los países más ricos de la Convención de la OCDE contra la corrupción que criminaliza la corrupción de los funcionarios extranjeros.