Por Robin Hahnel
En este artículo, Hahnel analiza los motivos históricos de los éxitos y los fracasos de los socialismos tanto democráticos como libertarios del siglo XX, así como la función que desempeña el nuevo activismo social como sucesor del anterior. Más tarde, el autor brinda consejo a los distintos actores progresistas actuales, como los movimientos en favor de la justicia económica y social, las iniciativas comunitarias, las asociaciones pro derechos humanos y los sindicatos, entre otros.
Hahnel mantiene una perspectiva de consenso, para lo cual desarrolla varios argumentos sobre la necesidad mutua entre reformistas y radicales. Los unos no deben aislarse de los otros si realmente quieren formar una alternativa seria, fuerte y plural al sistema actual.
El autor declara que es más importante construir correctamente lo que se conoce como el movimiento antimundialista que tener el análisis "correcto" o el conjunto de demandas "correctas". La mejor forma de organizar la oposición a la mundialización que quieren las grandes empresas es desde la base. La mejor forma es organizar a todas las partes perjudicadas para que luchen por sus propios intereses y para que comprendan que su éxito está necesariamente ligado a los éxitos de otras partes perjudicadas contra las cuales las grandes empresas mundiales quieren que se enfrenten. La mejor forma es colaborar estrechamente con organizaciones del tercer mundo en la campaña contra la espiral descendente global. La mejor forma es adoptar la "estrategia de Liliput", mediante la cual cada parte perjudicada utiliza su propia cuerda para contener al "Gulliver" del capitalismo global al tiempo que es consciente de lo débil y vulnerable que es su cuerda sin la fuerza añadida de decenas de miles de otras cuerdas.
Por Robin Hahnel